A tan solo diez meses de las cruciales elecciones para el Congreso de la República en Colombia, la situación política en Santander se torna cada vez más inquietante.  “Santander cuenta” ha llevado a cabo un sondeo revelador entre líderes cívicos, activistas comunitarios y reconocidos referentes de opinión, con el objetivo de medir la percepción ciudadana acerca  la labor legislativa de los actuales congresistas.

Los resultados son desalentadores: si los santandereanos ponderaran el desempeño legislativo, su postura frente a las decisiones del gobierno nacional y su gestión en beneficio del departamento, es probable que solo uno de los actuales congresistas lograra sobrevivir a la embestida del desprestigio. Este selecto legislador goza de una reputación y credibilidad que contrastan con el silencio abrumador de sus colegas desde su toma de posesión el 20 de julio de 2022. En un contexto donde no se conoce una sola iniciativa significativa en pro de las comunidades santandereanas, las últimas revelaciones sobre prácticas clientelistas han causado un rechazo generalizado.

Revelaciones hechas por el periodista Mauricio Vargas, del diario El Tiempo, estas prácticas han sido ejemplificadas por el senador JAIME DURÁN BARRERA y otros integrantes del partido liberal, quienes supuestamente habrían negociado su voto a favor de la consulta popular a cambio de  la entrega del ministerio de Comercio Exterior. La reciente designación de Diana Marcela Morales, del Partido Liberal, como nueva ministra, parece corroborar la efectividad de este oscuro pacto. Ante este panorama, muchos se preguntan ¿cuál será la postura de Durán y su ex compañero de fórmula, Álvaro Rueda, en la votación de la consulta popular?.

Las intrigas políticas no terminan ahí. El columnista Sócrates Serrano ha denunciado que Durán Barrera estaría también negociando su voto a cambio de un viceministerio en inteligencia artificial, favoreciendo a un amigo cercano de toda la vida, lo que plantea más interrogantes sobre la ética y la transparencia en el actuar de nuestros representantes en el legislativo.

Por su parte, el enfrentamiento reciente entre Álvaro Rueda y el representante Juan Manuel Cortés, en relación con una misiva enviada al ministro de Salud sobre la construcción del hospital de Barbosa, Cortes también resalta las posibles lealtades ocultas en el entorno al jefe político de Rueda. Sin embargo analicemos: Rueda, oriundo de Piedecuesta, quien insiste en no tener jefe político, fue elegido durante la administración del alcalde Miguel Moreno, con máxima votación en Floridablanca, cuyo legado familiar y político sugiere un entramado de intereses en el que la influencia del pasado Ángel Alirio Moreno, sigue marcando el futuro. Se rumorea que en recompensa por su apoyo a diversas iniciativas del gobierno nacional, Rueda habría recibido cargos estratégicos en la dirección departamental del Fondo Nacional del Ahorro y la Defensoría Departamental del Pueblo, donde han sido nombrados ex secretarios del gobierno de Moreno, y allegados y familiares del mismo, lo que plantea más cuestionamientos sobre la ética en el actuar legislativo de estos cargos representativos. (será motivo de capítulo aparte)

Mientras tanto, en medio de este escenario convulso, Miguel Ángel Pinto se aparta de la estrategia del gobierno de Petro desde su posición en la Comisión Séptima del Senado, buscando alejarse de la mala imagen del Ejecutivo ante la proximidad de las elecciones parlamentarias.

Ante la frustración y desilusión que genera entre los santandereanos la actual bancada de gobierno, preferimos no hacer referencia profunda de sus actuaciones. El presunto clientelismo y la doble moral de la mayoría de ellos que, a pesar de tener acceso directo al gobierno nacional, eligen participar en prácticas corruptas para favorecer intereses únicamente personales. A menudo, estos representantes utilizan discursos en contra de la corrupción para ganarse la confianza de la población, mientras que sus acciones sugieren una alineación con intereses personales o de grupo en lugar del bienestar colectivo.


En este sombrío contexto, ante la renuncia del senador conservador José Alfredo Marín por problemas de salud solo se salvaría el representante OSCAR VILLAMIZAR MENESES, quien con su postura crítica y argumentada a favor de la institucionalidad y la defensa de la fuerza pública, Villamizar se posiciona como un líder prometedor, impulsado por el respaldo de un pueblo que anhela un cambio general, real en la representación política. Su negativa a sucumbir ante el clientelismo y su compromiso con las demandas de la comunidad lo posicionan como una figura clave para el futuro político de Santander y del país.

La denuncia de prácticas corruptas y la reprobación generalizada podrían ser el combustible necesario para que los ciudadanos, cansados de los favoritismos y la impunidad, exijan un cambio significativo en la próxima contienda electoral

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